
Cada sesión de fotos es una historia por contar, y la de Enzo fue una de esas sesiones llenas de espontaneidad y ternura. Desde el primer momento, su curiosidad y energía iluminaron el estudio, convirtiendo cada toma en un reflejo de su personalidad.
Optamos por un fondo neutro para resaltar su expresividad, y fue un acierto. Enzo se movía con naturalidad, regalándonos miradas cálidas y sonrisas genuinas. Su mirada traviesa y su dulzura quedaron plasmadas en cada imagen, creando recuerdos inolvidables para su familia.
Uno de los momentos más especiales fue cuando, con una mirada de complicidad, se acomodó en el escenario, encontrando su propio espacio y dejando que la magia sucediera. Son estos instantes los que hacen que cada sesión sea única, capturando la esencia de cada niño de manera natural.
En nuestro estudio, nos encanta crear recuerdos que perduren en el tiempo, y la sesión de Enzo es un ejemplo perfecto de ello.
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